En la actualidad el uso de los medios audiovisuales resulta cercano, somos una sociedad invadida por la imagen, por las representaciones de la realidad. Está incorporada la opción de grabación en cualquier cámara de fotos e incluso se puede encontrar en los móviles más sencillos del mercado. Es posible grabar y visualizar las imágenes, editarlas y jugar a ser directores, guionistas o montadores sin contar con demasiado presupuesto.
La imagen obtenida parece realista e ilustrativa, pero eso puede resultar muy engañoso, ya que contiene mucho material subjetivo susceptible de ser analizado: qué se graba, cómo se graba, quién graba y en qué circunstancias, cómo coge la cámara o cómo se seleccionan y editan las imágenes, entre otras cuestiones.
¿Es posible realizar arteterapia utilizando medios audiovisuales?
Existen diferentes formas de denominar al uso de los medios audiovisuales en el proceso terapéutico: videoarteterapia, videoterapia, film/video-based therapy and trauma, etc.
En las sesiones de videoarteterapia se toma el vídeo como una herramienta creativa, la cámara es el pincel, la televisión o el programa de edición son sus lienzos, a partir de ellos se desarrolla un proceso de creación y simbolización personal.
¿Cómo se desarrolla el proceso arteterapéutico a través de medios audiovisuales?
En las sesiones de arteterapia se realiza un proceso de acompañamiento y de encuentro con nuestro mundo simbólico.
El vídeo es un medio de creación con el que se trabaja de forma procesual, permitiendo que el proceso de creación camine de la mano del proceso de crecimiento.
Este proceso comienza en el momento de elegir la cámara, recibir una propuesta, decidir hacia dónde orientarla y ponerse en acción. Posteriormente se visualizan las imágenes tomadas. Tras ese primer encuentro con las imágenes, es el momento de la edición, donde la creación y el mundo simbólico son los protagonistas. Finalmente, el proceso toma forma al volver a ver, al revisitar las imágenes tras su edición, permitiendo al paciente acercarse a ellas desde una nueva perspectiva y ampliar su mirada.
A algunas personas no les agrada verse en vídeo o escuchar su voz. La videoarteterapia no se basa en grabar nuestra propia imagen, no es necesario verse o escucharse, aunque, por supuesto, también es posible hacerlo. En videoarteterapia trabajamos con la imagen que tenemos de nosotros y del mundo, bien sea a través de imágenes de lo interno o de lo externo.
Por otro lado, puede existir un rechazo o una continua pelea con la tecnología que podría hacer creer que no es el mejor medio para iniciar un proceso terapéutico. Sin embargo, el encuentro con uno mismo a través de las nuevas tecnologías es posible y permitirá contribuir a un desarrollo más pleno. Además, no es necesario tener conocimientos previos de grabación o en programas de edición.
¿Es necesario realizarla de forma presencial?
El acompañamiento, tanto presencial como virtual, es posible mientras se de el marco adecuado. Lo fundamental es que exista un alto nivel de privacidad y silencio y se disponga del material necesario.
Cualquiera de las dos alternativas nos ofrece ventajas e inconvenientes, es necesario valorar la situación y las necesidades de cada persona para saber qué puede ser lo más beneficioso.
*En la actualidad, debido a la situación sanitaria, solo se realizan sesiones on-line.
¿Es preferible un proceso individual o grupal?
El encuentro en videoarteterapia es cosa de tres, paciente/cliente, terapeuta y producción.
El trabajo individual de las sesiones es muy diferente al trabajo grupal, ambos permiten un encuentro profundo con nosotros mismos y nuestra producción y hay muchas cuestiones que nos harán decidirnos ya que ambos son importantes y complementarios.
Las sesiones en grupo nos permiten conocer nuevas visiones, nuevas perspectivas y formas de entender el mundo y también vernos reflejados y compartir nuestras experiencias con otras personas que están viviendo un proceso de descubrimiento personal a la vez que nosotros.
En las sesiones individuales se dispone de un espacio propio en el que atrevernos a ver el mundo que nos rodea y a nosotros mismos. El gran nivel de intimidad y la relación que se establece con el terapeuta y la producción nos permite comenzar a dar su lugar a todo aquello que no solemos atrevernos a mostrar.